Natillas

Hoy te voy a contar una receta que es de lo más deliciosa y que trae a mi mente recuerdos, las natillas me recuerdan a mi yaya que cuando éramos chiquitos y nos preparaba. Me gusta mucho recordarla y es muy especial para mi poder contartela, además mi nana me dio algunos consejos y es más fácil que queden suaves.

Espero que te gusten tanto como a nosotros, es de las favoritas de la familia.


Ingredientes:

Para las natillas:

  • 1 taza de leche
  • 2 hojas de canela
  • 2 cucharaditas de azúcar
  • 2 yemas de huevo
  • 2 cucharadas de maicena

Procedimiento:

  1. En una cacerola, vierte la leche y agrega las hojas de canela. Lleva la leche a ebullición a fuego medio-bajo. Una vez que comience a hervir, reduce el fuego y deja que la leche infusionada con canela hierva suavemente durante unos minutos.
  2. Agrega las 2 cucharaditas de azúcar a la leche y mezcla hasta que se disuelvan por completo. Deja que la leche siga cocinándose a fuego bajo.

3. En un tazón aparte, bate las yemas de huevo hasta que estén bien mezcladas. Agrega las 2 cucharadas de maicena y continúa batiendo hasta obtener una mezcla suave y homogénea.

4. Retira las hojas de canela de la leche caliente y lentamente vierte la mezcla de yemas y maicena en la leche caliente, revolviendo constantemente para evitar que las yemas se cocinen demasiado rápido.

5. Cocina la mezcla de natillas a fuego medio-bajo, revolviendo constantemente con una cuchara de madera, hasta que la mezcla se espese lo suficiente para cubrir la parte posterior de la cuchara.

6. Una vez que las natillas hayan espesado, retira la cacerola del fuego y deja que la mezcla se enfríe un poco.


En resumen, estas natillas caseras son mucho más que un simple postre; son una conexión con los recuerdos y sabores que nos transportan a momentos especiales. La receta que te he compartido te guía a través de pasos sencillos para recrear esas natillas reconfortantes que solía preparar tu yaya. Y la versatilidad es la clave: las natillas se convierten en una experiencia deliciosa cuando se sirven en tartaletas de galleta con un toque de chocolate, coronadas con la frescura y dulzura de duraznos y fresas.

La magia de esta receta radica en su capacidad para llevarnos de vuelta a esos momentos de la infancia, donde los aromas y sabores se mezclaban para crear una sensación de calidez y amor. Al compartir esta receta con tus seres queridos, puedes transmitir no solo el placer de degustar un postre excepcional, sino también la importancia de mantener vivos esos recuerdos que nos hacen sonreír.

Así que, ya sea que te decantes por las tartaletas como las describe esta receta o decidas experimentar con diferentes bases y frutas, lo esencial es la conexión y el amor que ponemos en cada preparación. Porque al final, cada bocado nos lleva en un viaje a través del tiempo y nos recuerda la belleza de las tradiciones culinarias familiares que perduran en el corazón y en el paladar. ¡Disfruta cada cucharada y cada recuerdo!

Con cariño,

Mar

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