La Encarnación del Verbo

¡Hola! Feliz Navidad, esperamos que disfrutaras de una bella Nochebuena con tu familia y seres queridos. Sergio hizo este estudio y lo subieron en el podcast de la iglesia en la que servimos, pero la verdad no te quería dejar fuera, aparte de que esta hermoso es un bello estudio acerca de la encarnación de Cristo.


El Nacimiento de Jesús es la promesa de Dios para salvación de la humanidad, pienso que eso lo tenemos muy claro todos, y es el acto de amor más bonito de parte de Dios hacia nosotros. 

En medio de Belén el Salvador nació, alguien que cambió la historia de la humanidad, alguien que se opuso totalmente al orden natural del mundo, alguien que nace pequeño, vulnerable, en un lugar sucio y en pobreza. 

Osea, ¿cómo? si Dios viene a salvar al mundo, esto no es como cualquier persona se lo imaginaría. Nacido de una joven virgen, en un pesebre en un establo lleno de animales, revelado a pastores pobres sin gran relevancia social. Todo esta al revés en esta historia de Salvación, pero ese es el punto justamente, pues en el Evangelio se muestra cómo es que el Reino de Dios fue revelado primero en estos lugares y de esta manera en medio de la pobreza, porque Jesús está aquí para traer salvación volteando así el mundo de cabeza.

Esta historia bonita del nacimiento, además de traer algo esperanzador para nuestros corazones, es a la vez un gran misterio que forma parte de las doctrinas fundamentales de todo cristiano, y es por eso que hoy desarrollaremos un pequeño estudio para poder entender la profundidad que esto conlleva, la Encarnación de Dios mismo, Dios hecho hombre. El Verbo hecho hombre. 

El Verbo de Dios es Dios y hay un solo Dios absolutamente. Y el Verbo se distingue del Padre únicamente en cuanto de Él procede. Pero sabiendo que tanto el Padre como el Hijo tienen el mismo poder, ya que tienen la misma divinidad.

Sabemos que Dios se conoce a sí mismo completamente, por lo que así como el Verbo es Dios, al conocerse a sí mismo, ha de ser el Verbo de todas las cosas, por lo tanto es necesario que el Verbo de Dios sea la norma perfecta de todo cuanto existe. De todo lo que es creado por Él.

Como dice Juan:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Juan 1:1-5

Por eso también como se dice en Génesis, en el origen. Cuando al hablar de cada una de las obras, expresa: “Y dijo Dios: hágase la luz, y se hizo la luz.” 

Alaben el nombre de Jehová;

Porque él mandó, y fueron creados.”

Salmo 148:5

El decir algo es producir la palabra, por lo que cuando se afirma que Dios dijo y fueron hechas todas las cosas, se ha de entender que concibió a su Verbo, y por Él produjo todas las cosas en el ser, de sí mismo para sí mismo. Siendo el Verbo la idea perfecta de todos los seres creados.

Nosotros en nuestra fe, confesamos que en Cristo hay una naturaleza divina perfecta, y una naturaleza humana perfecta. Ambas naturalezas se han unido en Cristo según una hipostasis y un sujeto. Y como son muchos los atributos divinos y humanos que se predican de Cristo, es necesario pensar dos naturalezas no mezcladas. 

Esto es importante: Debemos entender que, aunque el Hijo se haya encarnado, no por eso se encarnaron el Padre y el Espíritu Santo también, ya que la Encarnación no se hizo en cuanto a la unión de naturalezas, sino de hipóstasis, en la que se distinguen las tres personas; así como en la Trinidad hay tres personas subsistentes en una sola naturaleza, así en el misterio de la Encarnación hay una sola persona subsistente en dos naturalezas. 

Esta unión que confiesa nuestra fe, se hizo al nivel de la persona (en este caso, de la persona divina y eterna) y como se llama hipostasis al individuo ya sustancial dentro de un género, y en las sustancias racionales se le llama persona, por eso se afirma con razón y certeza que cuanto se le añade al individuo, le está unido según la hipostasis o persona. 

Es evidente pues que la naturaleza del Verbo es perfectísima en su integridad, eternamente, por ende, no puede en absoluto corromperse o cambiarse. Por lo que entendemos que Dios no tiene accidentes. Porque Dios es simple, perfecto y puro.

Podemos concluir que la unión del Verbo con el hombre no se realizó de manera que de dos naturalezas formase una sola, ni tampoco el Verbo fuese como algo externo que se haya unido a la naturaleza de tal hombre, sino que el Verbo subsistió en la naturaleza humana como en una naturaleza creada para Él en la Encarnación; de manera que aquel cuerpo y aquella alma fuesen verdaderamente cuerpo y alma del Verbo Divino, y el Verbo de Dios fuese verdaderamente hombre. 

Podemos decir y afirmar que todos los hombres pueden considerarse a la manera de instrumentos de Dios por los que Dios actúa.

porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.

Filipenses 2:13

Pero Cristo, de manera especial, asumió la naturaleza humana para realizar las operaciones propias de sólo Dios, como por ejemplo perdonar los pecados, salvar, iluminar nuestras mentes por la gracia e introducir en la perfección de la vida eterna. Por lo tanto, la naturaleza humana de Cristo se relaciona con Dios como un instrumento propio y unido, como una mano con el cuerpo. Es uno. 

De modo muy especial, convenia que el Verbo de Dios asumiese la naturaleza humana.

  • Si asumir la naturaleza humana se ordena a la salvación del hombre, y la humanidad alcanza su salvación mediante su parte intelectual, por la contemplación de la verdad primera (Dios), era conveniente que el Verbo tomara la naturaleza humana. 
  • Existe una cierta afinidad entre el Verbo y la naturaleza humana; pues el hombre se especifica por su racionalidad, y el Verbo es afín a la razón, por lo que el griego “Logos” se traduce por verbo o por idea. Por lo que fue muy conveniente que el Verbo se uniese a la naturaleza racional (osea, el hombre); porque por esta afinidad, la Biblia atribuye el término “imagen” tanto al hombre como al Verbo

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.

Colosenses 1:15

Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios.

1° Corintios 11:7a

 Esto nos lleva a algo importante, debemos resaltar que la naturaleza humana que el Verbo asumió, no existió antes de la unión, sino que el Verbo de Dios la asumió en el momento de la concepción

Si esto hubiera sido así antes, habría sido algo totalmente contrario a la perfección de la Encarnación del Hijo (Cristo), que le faltara lo que es natural del ser humano. Y esto es un nacimiento natural. Y por la fe, se nos dice que Jesús fue semejante en todo a lo natural a nosotros, excepto en el pecado.

Ahora, de ser engendrado el Verbo, (aquí, en este sentido, el ser engendrado no quiere decir creado, sino que Dios Padre y Dios Hijo, comparten 100% la naturaleza divina) esto, nada quita a la humanidad verdadera y natural de Cristo, aunque haya sido engendrado de manera particular de los demás hombres. Pues es claro que Dios puede producir cualquier efecto que ordinariamente producen las causas segundas, sin necesidad de la intervención de tal causa de la misma naturaleza y especie del efecto, pues claramente, la Potencia Divina es infinita, es eterna. 

Es importante recalcar que Cristo nació del Espíritu Santo

Esto parece ser conveniente; y daremos una analogía para entenderlo, porque si nuestra palabra que pensamos y concebimos primero en la mente es invisible, y se hace sensible al ser externada, así el Verbo de Dios es invisible según su generación eterna en el corazón del Padre; y se nos hace visible por la Encarnación. Simplemente porque la persona de Dios es Espíritu, por lo tanto, invisible.  

Encontramos una razón conveniente para pensar la causa que movió a Dios a la Encarnación del Verbo, y esto es simple y sencillamente el amor hacia la humanidad, cuya naturaleza quiso unir consigo en unidad de persona. Y como en la Trinidad, es el Espíritu Santo el que procede por amor.

Pues entendemos que toda gracia suele atribuirse en las Escrituras al Espíritu Santo, porque lo que se concede gratuitamente parece provenir del amor del donante. Y no se ha concebido al hombre ninguna muestra mayor de amor que la unión de Dios con la naturaleza humana, en unión personal.

También fue conveniente que Cristo se encarnase 

Si consideramos la importancia del misterio de la Encarnación, hallaremos una profundidad tal de sabiduría, que supera todo conocimiento humano. 

Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

1° Corintios 1:25
  • Primero debemos considerar que la Encarnación de Dios fue un auxilio muy eficaz para el hombre en su búsqueda a la bienaventuranza. Dios quiso unir a sí mismo la naturaleza humana en persona, se demuestra con toda evidencia a la humanidad que el hombre puede unirse por su inteligencia a Dios, viéndolo inmediatamente. Por lo que fue conveniente que Dios asumiese la naturaleza humana, para elevar la esperanza del hombre en su felicidad. 

yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

Juan 10:10b

Debemos entender que Dios no puede ser evidente por sí mismo al hombre, ya que supera toda capacidad de la inteligencia humana. Por lo que debió manifestárselo a aquél que lo conoce con toda evidencia. Y aunque Dios pueda ser de algún modo evidente para todos los que se dedican a contemplar la esencia divina, para llegar al conocimiento perfectamente cierto, fue necesario reducirla al Primer Principio de tal conocimiento, es decir, a Dios, que se conoce a sí mismo con tal evidencia. 

Es por eso es que era preciso que el hombre, para llegar al perfecto conocimiento verdadero acerca de la verdad de fe, fuese instruido por Dios mismo, de manera que el hombre recibiese tal enseñanza a la manera humana. Osea, Dios como hombre. Jesús.

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Juan 1:18

Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.

Juan 18:37b

Vamos a entender y ver esto mediante la fe y la razón. Como la felicidad del hombre consiste en el perfecto gozo de Dios, era necesario que el afecto humano se dispusiese a desear a Dios. Y es claro que nada nos induce al amor de alguien como experimentar su amor hacia nosotros. Y el amor de Dios por el hombre no podía demostrarse de una manera más eficaz que uniéndose personalmente con nosotros. 

Así mismo, la Encarnación del Verbo nos dispone al conocimiento de la Verdad.

Porque es el mismo Jesús quien nos da a conocer a Dios. 

La luz luce en las tinieblas y las tinieblas no la abrazaron. Tinieblas son las mentes ilusas de los hombres, cegadas por el pecado. La sangre del Justo y la humildad de Dios es la única infusión que purifica a los hombres malvados y soberbios. 

Dios se hace hombre justo o intercede ante Dios por el hombre pecador. No hay armonía entre el pecador y el justo, pero sí entre el hombre y el hombre.

Es por eso que debemos entender y dar gracias por la gracia ya que la muerte del pecador fue destruida por la muerte del Justo, fruto de una voluntad misericordiosa, y así logró suavizar su única muerte a nuestra doble muerte. Entendemos así que es por esto que Dios puede entender al hombre en este sentido y abogar por él. Por nosotros. 

La Encarnación del Hijo se dio para que fuésemos limpiados por fe y atraídos a la Verdad Inmutable.

La purificación era necesaria, pues no éramos capaces de adueñarnos de lo eterno y sobrecargaba nuestra alma las inmundicias del pecado, contraídas al amor de las cosas temporales e incrustadas en nuestra naturaleza con el mugrón de nuestra mortalidad.

Agustín de Hipone, De Trinitate cáp XVIII

Es así y por eso fue necesario que, al venir el Hijo de Dios al mundo, haciéndose Hijo de Hombre, pudo recibir nuestra fe y guiarnos a su Verdad. A Él mismo.

 Aceptó en si nuestra mortalidad sin despojarse de su eternidad. Lo que es el nacimiento de Jesús, la eternidad, es la fe a la Verdad. Pues en Él lo nacido tomó de la eternidad posesión. 

Y podríamos ir a mucho más, porque este misterio tiene más y más profundidad, pero espero que haya sido bueno y que nos haya ayudado a todos a entender con razón, fe y esperanza la importancia del nacimiento de Jesús en esta época, en estas fechas de celebración, porque lo que se celebra hoy, por lo menos para nosotros los cristianos, no son los regalos, una buena cena o cosas así, sino que nuestro Salvador se hizo hombre para intimar con la humanidad que necesitaba de Él, por lo que nos debería mover a nuestro espíritu y corazón, ver al prójimo, y que necesita saber mediante nuestro amor y servicio, que Jesús vino por amor.


Te deseamos una Feliz Navidad, un dia lleno de bendiciones y que Cristo sea el centro de tu corazón y hogar.

Con cariño,

Sergio y Mar

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