Aprendiendo a crecer con gracia: Reflexiones desde la imperfección
¡Hola a todos!
Hace un tiempo que no nos damos cuenta de cómo pasa el tiempo. Han sido semanas intensas en las que estuvimos trabajando arduamente para un curso en nuestra Iglesia, lo que nos llevó a desaparecer por un tiempo. Pero aquí estamos, con contenido grabado y fotos listas, además de un cambio en la imagen y otras cosas en las que vamos a trabajar.
Nuestro objetivo es generar contenido valioso y enriquecedor, algo que nos permita aprender y conocer más, y que honre a Dios en todo lo que hacemos. Queremos que nuestros diseños, fotos y todo lo que creamos sea lo más hermoso posible.
Por otro lado, estas semanas han estado llenas de estrés. En nuestros trabajos, hemos enfrentado diversos desafíos en las últimas semanas, lo que nos ha llevado a ser menos tolerantes y a veces un poco ásperos. No me enorgullezco de decirlo, pero esta semana me comporté de manera poco amable, para ser honestos, bastante mal. Cuando me enojo de esa manera, termino diciendo cosas hirientes y poco coherentes, alejándome del punto importante.
Después de que todo pasó, me sentí enojada conmigo misma. Aunque pude resolver el problema y pedir disculpas (algo que, lamentablemente, no hago con la frecuencia necesaria), pasé los siguientes días sintiéndome deprimida y frustrada por mi comportamiento. Me enfadé por no haber crecido lo suficiente en este aspecto y repasaba una y otra vez lo que podría haber hecho para resolver el problema o expresar lo que realmente quería decir.
Este episodio me hizo darme cuenta de lo imperfectos que somos. Claro, podemos crecer y mejorar, eso es cierto, pero siempre tendemos a enfocarnos en nuestros errores y esto nos lleva a dos caminos: la culpa, que solo nos hace más daño, o aprender de nuestros errores, ver cómo mejorar y superarlos. No te voy a mentir, superarlo no es fácil (todavía me siento mal), pero he decidido dejar de culparme y ser más compasiva conmigo misma.
Debemos aprender a ser vulnerables ante Dios para que las cosas cambien. No somos perfectos, pero podemos buscar la perfección de Dios en nuestras vidas. Esto no significa que debamos escudarnos en nuestras imperfecciones cada vez que cometemos un error y preferir no hacer nada al respecto. Es importante pedir perdón a aquellos a quienes hemos lastimado y perdonarnos a nosotros mismos. Debemos vivir mostrando gracia, y también te recomendaría que cuando pidas perdón, demuestres amor, de manera que la persona herida pueda sentirse realmente amada.
El orgullo y el ego no nos ayudarán a superar nuestros errores. Debemos aprender a dejarlos a un lado y reconocer que tenemos mucho que aprender de Dios, de vivir a su lado y de entender que la comunión con Él es lo más importante.
Comparto esto porque, en realidad, siempre estamos tan inmersos en nosotros mismos, pensando en nuestras propias experiencias y dolores. Te animo a enfocarte en los demás, a dejar de verte como el centro del universo y a fijar tus ojos en la meta. No será fácil pedir perdón, o tal vez sí, pero lo importante es que cada vez lo hagas mejor, que crezcas y aprendas.
Si amas profundamente, te van a hacer mucho daño. Pero aún así vale la pena.
C.S Lewis
Con cariño,
Mar Pastor
Lizzette Mohmand
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