Preparándonos para Navidad

En este momento, la vida es rápida, corriendo y necesariamente fácil. Debe ser fácil acercarnos, fácil de lograr, fácil de entender, y tiene que ser todo en un instante; de lo contrario, no vale la pena.

Lo más increíble es que lo que vino a la tierra tardó 9 meses en nacer. Nos avisaron miles de años antes de que iba a suceder, y mientras tanto, un pueblo esperó 400 años para que, en el intermedio, pudiera hablarles. ¡Es impresionante! Pero es necesario que entendamos que las cosas a veces toman tiempo y lo que para unos pueden parecer segundos, para otros son años.

Me encanta cómo en Hebreos dice: “Conforme a la fe, murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11:13-16 RV60).

A veces, las cosas que empezamos no las veremos. Tal vez no lleguemos al final, pero eso no significa que lo que estamos haciendo sea menor o más pequeño, y así es esta vida. Siempre que pienso en todo lo que quiero llegar a hacer o en lo que espero poder impactar en el mundo, quiero que sea en un segundo. Pero tenemos que entender que requiere tiempo y que no siempre ocurrirá de la manera en que yo lo espero.

Ayer, unas personas me preguntaron qué sentía acerca del tiempo que llevamos sirviendo en la iglesia (llevamos aproximadamente 7 años formando parte de un ministerio oficialmente, 8 años si consideramos todo). Cuando recuerdo cómo empezamos a servir y por qué decidimos hacerlo, nunca pensamos que estaríamos aquí, jajaja. Jamás nos imaginamos que el servicio sería parte de nuestra vida, y tampoco pensamos que estaríamos haciendo lo que hacemos ni que nos encantaría enseñar, aprender y poder ver cosas que no creíamos que pasaríamos o viviríamos.

La realidad es que el tiempo, como nosotros lo vivimos, es diferente. El problema es que buscamos que este mismo rush sea con el cual Dios nos contesta, y se nos olvida que no funciona de esta manera. Dios jamás contesta como uno espera, y el tiempo de Dios no es el mismo que el nuestro.

Quiero invitarte a que en estos días que faltan para Navidad nos enfoquemos en lo que Dios hizo y que, si podemos, pongamos nuestros ojos en Él. Sé que es difícil; seguro tienes millones de cosas ocurriendo alrededor de tu vida. Créeme, yo también necesito enfoque porque sé que la única manera en la que todo estará bien es si voy directo con Aquel que tiene el control de todo.

Recuerda y empieza a amar el proceso, no siempre será fácil pero con Dios no existe nada que no podamos soportar.

Si tienes alguna petición de oración o existe algo por lo que te gustaría que oráramos, escríbenos a nuestro correo o deja un mensaje. Te prometo que lo vamos a contestar.

Te invito a orar: Dios, toma tú el control. Gracias por el privilegio que tenemos de esperar, de poder confiar en que tú tienes el control y enséñanos qué es lo siguiente que tenemos que hacer. Confiamos y sabemos que tú tienes el control de todo. Te amamos, en el nombre de Jesús. Amén.

Con cariño,

Mar

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