Las Campanas

¡Hola! ¿Cómo van las emociones y actividades para Navidad? Muchas veces las cosas nos abruman, es necesario que estemos todos en el entendido de la verdadera razón de la Navidad.

Te quiero dejar una síntesis del cuento de Raymond Macdonald Alden llamado “Porque sonaron las campanadas” | “Why the Chimes Rang”. Cuando lo leí en mi devocional dije alguien más tiene que escucharlo. Solo lo encontré en internet en ingles y con ayuda del internet lo traduje y edite así que no les puedo decir que es mio pero espero que les guste.


En un país lejano, al que pocas personas han viajado alguna vez, se erguía una Iglesia maravillosa en lo alto de una colina, dentro de una gran ciudad. Todos los domingos y en festividades como la Navidad, miles de personas subían la colina hasta la Iglesia. Su sala principal era tan extensa que, desde un extremo, apenas podías ver el otro. En la esquina más alejada se encontraba un majestuoso órgano capaz de llenar el espacio con notas con un sonido muy fuerte. En ocasiones, al sonar el órgano, los habitantes de los alrededores cerraban las ventanas en anticipación de una tormenta, esa era la magnitud de su sonido.

Esta Iglesia, única en su género, se iluminaba con velas durante festividades, creando un espectáculo impresionante que atraía tanto a jóvenes como a ancianos.

No obstante, lo más extraordinario y sorprendente de este imponente edificio era el sonido de sus campanas. Enlazada a la Iglesia, se alzaba una torre de piedra cuya altura nadie recordaba, tan imponente que desafiaba la mirada de cualquiera. Se decía que en lo alto de esta torre se hallaban unas campanas de Navidad, testigos mudos desde la construcción de la Iglesia. Se les atribuía un sonido especial, algunos sostenían que gracias a la destreza de un hábil músico, mientras que otros creían que sonaba a los ángeles cantores de Dios, también decían se debía a la elevada altura de la torre y a la pureza del aire en lo alto.

No obstante, la tristeza residía en que nadie las había oído en muchos años. Un anciano vecino afirmaba que su madre las habría escuchado en su infancia, pero era el único que mantenía esa memoria. Estas campanas estaban reservadas para la víspera de Navidad, cuando todo el pueblo llevaba sus donativos a la Iglesia para el Niño Jesús. El mejor regalo, se decía, desencadenaría la música de las campanas de Navidad. Sin embargo, año tras año, a pesar de los esfuerzos de los ricos por superarse en generosidad, las campanas permanecían en silencio.

En un remoto pueblo del campo vivían dos hermanos, Pedro y su pequeño hermano. Aunque desconocían gran parte de la historia de las campanas, planeaban un viaje secreto para presenciar el hermoso servicio de la Nochebuena. En la víspera de Navidad, el frío y la nieve no disuadieron a los hermanos de emprender la travesía.

Caminaron por el gélido aire hasta que divisaron la luz de la gran ciudad. No obstante, su camino se detuvo al encontrar a una mujer caída en la nieve en las afueras de la ciudad. Pedro, al arrodillarse a su lado, se dio cuenta de que la mujer no podría continuar.

“Hermano, debes de ir tu solo”, le dijo Pedro “Me quedare con esta mujer y cuando tu regreses trae a alguien que nos ayude. Mientras intentare que coma un poco del pan que traigo en la bolsa”.

“No puedo dejarte y seguir solo” dijo su hermano.

“No es necesario que ambos nos perdamos el servicio”, dijo Pedro. “Puedes encontrar el camino a la Iglesia. Debes ver y oír todo dos veces, hermano. Una para ti y otra para mí. Estoy seguro de que el Niño Jesús debe saber cuánto me gustaría ir contigo a rezarle, y si tienes oportunidad, hermano, dale al Niño Jesús esta monedita de plata que he traído. Dásela cuando nadie esté mirando y no te metas en el camino de nadie. Acuérdate dónde me dejaste”.

De este modo, Pedro despidió a su hermano para que fuera a la ciudad. Cerró los ojos para contener las lágrimas mientras oía los pasos de su hermano alejarse cada vez más. Era tan difícil perderse la música y la belleza del servicio de Navidad. En cambio, estaba aquí, en el frío y la nieve.

La gran Iglesia resplandecía esa noche, con el órgano y las voces de miles de personas llenando el espacio. A pesar de estar fuera de las murallas de la ciudad, Pedro sintió la vibración de la tierra al ritmo de la música. Finalizado el servicio, llegó el momento de presentar los regalos al Niño Jesús. Los ricos ofrecieron sus tesoros, incluyendo un libro de un renombrado escritor y hasta el sombrero joya del rey. Sin embargo, las campanas permanecieron en silencio.

Entonces, en un giro sorprendente, mientras los cantores entonaban el canto final, el sacerdote llamo a hacer silencio y se dieron cuenta que las campanas resonaron suavemente en el aire. El sonido, aunque distante, era claro y dulce, mucho más hermoso que cualquier cosa escuchada hasta entonces. La gente se quedó en silencio, conmovida por la melodía que parecía elevarse y descender en el cielo.

La sorpresa fue enorme cuando descubrieron que el responsable de este regalo no era otro que el hermano de Pedro. Silenciosamente, se había acercado al frente de la Iglesia y había entregado al Niño Jesús la pequeña moneda de plata de Pedro.

Síntesis del cuento de Why the Chimes Rang By Raymond MacDonald Alden

La Navidad siempre se ha tratado de dar con el corazón, nunca de cuanto podamos dar. Tratemos de no endeudarnos de más, ser prudentes y mejor estar. Darnos a nosotros mismos, eso es lo que más me gusto de está historia, Pedro no estaba ahí estaba sirviéndole a una señora que necesitaba ayuda pero su corazón es lo que Dios vio.

Espero que para ustedes sea tan bonito como para mi, se los dejo y espero que quede en sus corazones.

Con cariño,

Mar

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