Devocional – Nuestro Centro

¡Hola! Una amiga me pidió que hiciera un devocional hablando del ego y la verdad me costo un poco de trabajo, lo estuve pensando por mucho tiempo pero espero que te guste y te sirva lo suficiente.


Día 1

La vida siempre está repleta de circunstancias y situaciones en las que nos centramos únicamente en nosotros mismos. Esto se conoce como egoísmo, cuando consideramos que nuestro propio valor es mucho más alto que el de cualquier otro.

Según Freud, el ego es una parte parcialmente consciente de la personalidad humana que controla la motilidad y actúa como intermediario entre los instintos del “ello”, los ideales del “superego” y la realidad del mundo exterior. A partir de aquí surge la teoría del psicoanálisis.

Es importante entender que el ego en sí no es algo malo; el problema radica en que solemos utilizar demasiado el “superego” y nos olvidamos por completo de las personas que nos rodean.

Permíteme comenzar con lo siguiente: “Y el presente estado de las cosas. Las dos clases de vida no son los son diferentes (siempre lo hubieran sido), sino que en realidad son antagónicas. La vida natural en cada uno de nosotros es algo centrado en si mismo, algo que quieres ser mimado y admirado, que quiere aprovecharse de las demás vidas, explotar el universo. Especialmente quiere que se le deje a su aire: mantenerse aparte de cualquier cosa que sea mejor o más alto que ella, de cualquier cosa que la haga sentir. Tiene miedo de la luz y el aire del mundo espiritual, del mismo modo que las personas que han sido educadas para ser sucias tienen miedo de tomar un baño. Y en cierto sentido tiene razón. Sabe que si la vida espiritual se adueña de ella, y su amor propio morirán, y está dispuesta a luchar con las uñas y dientes para evitarlo.

¿Cuál es, la diferencia que ella constituido para la totalidad de la masa humana? Es solamente esta: que el trabajo de convertirse en hijo de Dios, de ser transformado de algo creado en algo engendrado, la vida biológica temporal a la vida espiritual intemporal Él lo ha hecho por nosotros. En principio, la humanidad ya está salvada. Nosotros, los individuos, tenemos que apropiarnos de esa salvación. Pero el trabajo realmente duró -aquello que no hubiéramos podido hacer por nosotros mismos- Él lo ha hecho por nosotros. No tenemos que intentar escalar la vida espiritual por nuestros propios esfuerzos. Esta ya sido descendido de la raza humana. Sólo con que nos abramos al único Hombre en el que la vida estaba totalmente presente y que, a pesar de ser Dios, es también un hombre real, Él lo hará por nosotros y en nosotros. Recuerdas lo que dije acerca de la buena infección. Uno de nuestra raza tiene qué Esta nueva vida: si nos acercamos a él nos la contagiara.” 

Esto es lo que ocurre con nuestro ego, muchas veces nos olvidamos de que nunca se trató solo de nosotros, sino de lo que Dios puede hacer por nosotros y a través de nosotros. La salvación es el mayor regalo que Dios puede ofrecernos en nuestra vida, y no solo se trata de eso, sino que cuando tú y yo nos acercamos sinceramente a Él, encontramos propósito, vida, salvación y un nuevo estilo de caminar. Me encanta cómo Lewis enfatiza esto, que tú y yo debemos buscar la salvación porque ya está disponible, pero nuestro ego nos impide acercarnos, luchando en cambio para que nuestras necesidades físicas o emocionales sean lo más importantes. Te insto a que reflexiones sobre esto y pienses en lo que normalmente hacemos.

C.S Lewis – Los obstinados soldados de juguete

Tendemos a buscar nuestro propio bienestar y nos olvidamos por completo de que Dios es quien nos permite todo. A menudo preferimos ocuparnos de nosotros mismos y nos olvidamos de lo importante que es cuidar de los demás. La empatía y la compasión pueden quedar relegadas mientras dejamos de lado estas cualidades por nuestras pasiones vanas, y buscamos que todo gire en torno a nosotros.

Cuando somos verdaderos cristianos, “sino hacedores de la palabra, pues solamente oyentes que se engañan a sí mismos. El que escucha la palabra pero no la pone en práctica se parece al hombre que se mira el rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida de cómo es. Pero el que se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición en lo que haga” Santiago 1:22-25

La Palabra de Dios nunca llega vacía, y tú y yo no podemos seguir siendo las mismas personas que éramos antes, tan centradas en nosotros mismos y en lo que podemos hacer. Por eso es tan esencial que estudiemos y busquemos lo que Dios quiere mostrarnos cada día, para que podamos decir como Pablo: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”.

¿Qué áreas de tu vida no te permiten desarrollar tú nuevo caminar con Dios?

¿Qué es lo que tienes que buscar para poder seguir este camino?

¿Qué es lo que tienes que dejar atrás para poder caminar?

Día 2

Hay tres clases de personas en el mundo. La primera es la de los que viven simplemente para así, los que tratan al Hombre y a la Naturaleza como materia prima de echar la mano y aprovecharse para su propio servicio. La segunda clase tenemos a los que admiten que existen algún tipo de autoridad -la voluntad de Dios, el imperativo categórico o el bien de la sociedad- y tratan sinceramente de seguir sus propios intereses de manera que no quebrante en los límites de esta autoridad. Intenta someterse a lo a todo lo que le manda esta autoridad superior, como cuando uno tiene que pagar los impuestos, pero con la esperanza, compartida con el resto de los tributarios, de qué les quede lo suficiente para vivir. Una vida dividida, como el soldado o el alumno, entre el tiempo del desfile y el que no es el del desfile, él está en la escuela y el de no estar en ella. Pero existe una tercera clase, la de los que pueden decir, como San Pablo, que, para ellos, el vivir es Cristo. Estas personas se han quitado de encima faena de buscar el equilibrio entre las demandas del Yo y la de Dios gracias a que han rechazado de planos. La antigua voluntad reorientado, recompuesto y convertido en algo nuevo. La voluntad de Cristo ya nos limita la de estas personas, porque la voluntad de Cristo es la voluntad de ellas.

Y, puesto que hay tres clases, seria un desastre dividir el mundo únicamente entre lo bueno y lo malo. Miembros de la segunda clase (a las que pertenecemos la mayoría) son siempre, necesariamente, desgraciados. Los impuestos que tributamos por nuestros deseos no nos dejan suficiente para vivir. Mientras estamos en esta clase, debemos o bien sentirnos culpables por no haber pagado el tributo o bien sufrir las penurias por si haberlo pagado. La doctrina cristiana de qué no hay salvación por medio de las obras que realicemos siguiendo la ley moral forma parte del experiencia cotidiana. Debemos retroceder o avanzar. Pero no hay avance si dependemos sólo de nuestros esfuerzos. Si el nuevo yo, la nueva voluntad, no llegan hacer en nosotros a su buena discreción, nosotros no podemos sintetizarlo.

El precio de Cristo es algo, en cierto sentido, mucho más fácil que el esfuerzo moral: es quererlo a él. Cierto que el querer en si estaría fuera de nuestra capacidad, excepto por un hecho. El mundo ha sido creado de tal manera que el modo de conseguir abandonar nuestra satisfacciones es que ellas nos abandonen. La guerra, los problemas y, por último, la vejez nos van quitando una a una todas estas cosas que yo natural esperaba. Nuestra única sabiduría está en rogar, y el querer algo nos facilita ser suplicantes. Incluso en esas condiciones, la misericordia recibiría.

CS Lewis – Las tres Clases de Personas 

Creo que no existe una mejor manera de comenzar. Siempre podemos descubrir y conocer cosas nuevas cuando leemos, estudiamos o nos enfocamos en algo más que en nosotros mismos. Hace unos meses, leí un ensayo que me dejó impresionado y me gustó mucho la comparación que hizo Lewis.

Siempre somos la segunda clase de personas, tratamos de seguir la “Ley moral”, pero aún estamos aferrados a nuestros deseos y planes. Somos seres tan complejos y centrados en nosotros mismos que a veces se nos olvida que nunca se ha tratado de nosotros. El mundo, la mercadotecnia, la sociedad pueden decirnos que todo se trata de nuestra propia felicidad, y olvidamos que nunca ha sido así. Cuando Dios nos creó, lo hizo con el propósito de compartir con nosotros toda la creación, y cuando creó a Adán, tenía otro objetivo en mente.

En Génesis 1:26-28, dice: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”.

En este pasaje, podemos observar tres aspectos importantes:

1. Dios nos dio atributos propios: fuimos creados a Su imagen y semejanza.

2. Él nos dio autoridad para gobernar: debemos señorear sobre los peces del mar, las aves del cielo, las bestias y todo animal que se arrastra sobre la tierra.

3. Dios nos dio un propósito: nos instó a ser fructíferos, multiplicarnos, llenar la tierra y sojuzgarla.

Si analizamos detenidamente o nos adentramos en lo que la Biblia nos quiere transmitir, podemos comprender que nuestra identidad se basa en lo que Dios mismo es. ¿Y por qué? Porque fuimos creados a Su imagen, tenemos autoridad en Su nombre y tenemos un propósito. Dios nos llama a que, a través de los atributos que poseemos (aunque sean solo una pequeña parte de Su semejanza), gobernemos.

El término “gobernar” proviene del hebreo “mashál”, que significa apoderarse, dominador, dominar, dominio, enseñorear, gobernador, gobernante, gobernar, príncipe, regir, regla, reinar, señor, señoreador, señorear, señorío, tirano. Todos estos significados son poderosos, pero todos se enfocan en el cuidado.

Sin embargo, me pregunto: ¿cómo gobierna Dios? La esencia pura del señorío de Dios es el amor y la compasión (si no fuera así, tú y yo estaríamos en aprietos). Por lo tanto, si

 Dios gobierna con amor y cuidado, eso es lo que debemos hacer nosotros también.

Después de que cuidemos y ejerzamos nuestra autoridad, Dios nos brinda un propósito y nos dice que nos multipliquemos. Aunque esto puede implicar tener hijos de forma literal, también podemos entenderlo como algo exponencial en el mundo. Debemos mostrar a Jesús en todo lo que hacemos para que Su nombre se expanda y la cantidad de Sus seguidores se multiplique.

Sin embargo, todo esto nos lleva a un punto crucial: si nos dedicamos a hacer de Dios el centro de nuestra vida y seguimos estos tres simples puntos, no dejamos espacio para lo que nosotros queremos (aunque nuestras necesidades estén totalmente cubiertas). Pero sí dejamos espacio para que tú no seas el centro del universo, y ahí es donde tu superego no quiere que llegues, ya que intenta reinar sobre tu vida.

Por eso seguir a Jesús no es algo cómodo, nos saca del centro y eso es lo que no nos gusta hacer. Es en ese momento cuando terminamos, como dice Lewis, siendo de las dos primeras clases de personas.

¿Qué ocupa el trono de tu corazón?

¿A qué se aferra tu superego?

¿Realmente deseas permitir que Dios sea el centro de tu vida?

Día 3

¿Qué vamos a hacer con Cristo? No se trata de que podemos hacer con él; se trata de que quiere él hacer con nosotros. Tienes que aceptar la historia o rechazarla.

Las cosas que él dice son muy diferentes de las que cualquier otro maestro haya dicho. Los otros dicen: <Esta es la verdad sobre el universo. Este es el camino que deben seguir>. Pero él dice: <Yo soy el camino, la verdad y la vida>. Dice: <Nadie puede llegar a la realidad absoluta si no es a través de mí. Si intentas salvar tu vida, te arruinarás sin remedio. Entrégate y serás salvo>. Dice: <Si te avergüenzas de mí, sí, cuando oyes este llamado, miras para otro lado, también yo mirare a otro lado cuando regrese con Dios a plena vista. Si hay algo que te aparta De Dios y de mí, sea lo que sea, sácalo y arrójalo. Si es tu ojo, sácatelo. Si es tu mano, córtatela. Si te pones el primero, serás el último. Vengan a mí todos los que están sobrecargados, yo los arreglaré. Tus pecados, todos, están borrados, yo puedo hacerlo. Yo soy el renacer, yo soy la vida. Come de mí, bebe de mí, soy tu alimento. Y, por último, no temas, yo he vencido al universo entero>. Esta es la cuestión.

C.S Lewis

Esto es un boom! Cuando tu y yo conocemos a Jesús no podemos no volver atrás, eso es una de las cosas más interesantes y me llama la atención porque realmente las personas que conocen a Jesús verdaderamente no voltean atrás. 

Cundo Pablo conoce a Jesús no regresa a quien fue, cuando Job tiene un encuentro con Dios su vida da un cambio, existen muchísimas personas que cuentan sus testimonios  que cuando tienen un encuentro verdadero con Dios las cosas no vuelven a ser lo mismo. Entonces ¿Realmente hemos tenido un encuentro con Dios?

Esa es la pregunta que yo me hago muchas veces, mi vida siempre tiene que estar en un constante cambio; más gracia, más amor, más acciones que demuestren que Dios vive en mi, más misericordia, más amor. Todo eso es un reflejo de quien vive en mi y con quien tengo una relación.

Todo esto está científicamente probado y por eso me divierte bastante, resulta que tú eres o tu personalidad es el resultado de las 5 personas con las que más convives. Sergio y yo estuvimos analizando y tiene toda la lógica del mundo. Si tú de verdad te juntas con Dios tú vida es un reflejo de eso.

“Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.” Mateo 9:12-13 

Esta es una parte del llamamiento de Mateo, pero lo que nos dice es lo más importante es que Dios no vino a llamarnos porque fuéramos perfectos, sino que nos llamó para poder ser perdonados, las cosas que hemos hecho no importan podemos acercarnos confiadamente. Dios habló y podemos relacionarnos, la cosa es ¿Quieres relacionarte con Él? Y si la respuesta verdadera es si, no tienes de qué preocuparte, tú vida se irá transformando en lo que Dios quiere solamente si tú lo permites.

¿Qué es lo que te aleja de permitir que Dios se vea manifestado en tu vida?

¿Realmente tienes una relación con Dios?

¿Qué es lo que tienes que cambiar para que Dios se muestre? 

Día 4

Todo cristiano tiene que admitir que la salud espiritual de un nombre es exactamente proporcional a su amor a Dios. Pero el amor del hombre a Dios, por su misma naturaleza, tiene que ser siempre, o casi siempre amor-necesidad.

C.S Lewis – Los cuatro amores

Esta frase me recuerda demasiado a lo que Jesús le dice al fariseo cuando juzga a la mujer que lava sus pies con sus cabellos.

“Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas esta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas esta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas esta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama”

Lucas 7:37-47

Esta es una de mis historias favoritas; me encanta cómo Dios siempre tiene algo que enseñar. El fariseo llevaba puestos unos lentes, juzgando a una mujer que, según la Biblia, era pecadora. Sin embargo, lo que el fariseo no pudo ver fue la actitud del corazón.

Conocer verdaderamente el motivo detrás de nuestras acciones es algo que solo Dios puede hacer. Podemos pensar que realizamos ciertas cosas o enorgullecernos de cómo las llevamos a cabo, pero en realidad, la actitud y la forma en que enfrentamos las circunstancias revelan mucho más acerca de nuestro corazón de lo que podemos imaginar.

¿Por qué hacemos lo que hacemos? Esa es la pregunta que debes hacerte cada vez que te dispones a hacer algo. ¿Es tu corazón, tu mente o tu amor por Dios lo que te impulsa a actuar?

Dios habla a nuestras vidas y nos da una razón, pero la decisión final recae en nosotros. Debemos decidir si hacer y amar a Dios es nuestra prioridad o si nos consideramos el centro del universo y hacemos lo que creemos que es “bueno” para nosotros.

Sin embargo, toda esta elección depende únicamente de ti. Ha llegado el momento de tomar decisiones.

¿Qué te impide amar y seguir a Dios?

¿Qué actitudes debemos cambiar para que Dios sea el centro de nuestras vidas?

¿Cuál es la actitud o cosa que te impide amar a Dios y vivir para Él?

Día 5 

Nuestra imitación de Dios en esta vida-esto es, nuestra imitación voluntaria, distinta de cualquier semejanza que él haya podido imprimir en nuestra naturaleza o estado-tiene que ser una imitación del Dios encarnado: nuestro modelo es Jesús, no sólo el del calvario, sino el del taller, el de los caminos, el de las multitudes, el de las clamorosas exigencias y duras enemistades, el que carecía de tranquilidad y sosiego, Continuamente interrumpido. Porque esto, tan extrañamente distinto de lo que podemos pensar que es la vida divina en sí misma, es no solo semejanza, sino que es la vida divina realizada según las exigencias humanas.

C.S Lewis – Los cuatro amores

Estamos llamados a ser un reflejo de Dios. Lo más increíble es que tenemos atributos divinos, lo cual nos permite ser un reflejo de Él en el mundo.

Aquí radica la cuestión: es una elección voluntaria, una decisión que tú puedes tomar o no. Y eso es lo único que determinará si tu vida será para la gloria de Dios o para tu propia gloria.

Podemos entender y creer que tener nuestro nombre en un libro de historia es más importante y especial que experimentar la presencia de Dios en nuestra vida. Sin embargo, la realidad es que la historia es de Dios y siempre lo será. Nosotros podemos crecer, actuar, caminar y hablar para crecer y mostrar a Dios, permitiendo que más personas lo conozcan, o simplemente podemos existir sin más propósito.

La vida y la realidad nos han inundado de tantas ideas. El mundo nos ha dicho que debemos vivir para nosotros mismos, disfrutar en beneficio propio, y nos hemos olvidado de que nunca se ha tratado de eso.

Pero todo se basa y se basará en nuestras decisiones. Puedes optar por vivir una vida despojada de egoísmo, dejando de ser el centro del mundo para que la gloria de Dios lo sea. Y te aseguro que eso es una de las mejores experiencias que podemos vivir, pero esa vida depende únicamente de ti.

¿Cómo cambiarás tu perspectiva del mundo?

¿Cuáles son los pasos que debes dar?


Espero que sea de bendición para tu vida, te dejo el imprimible y quedo atenta a tus comentarios!

Con cariño,

Mar

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2 Comments

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