Renovación

Siempre se me ha hecho muy interesante cómo, a inicios de año, todo lo relacionado con la salud tiene su mayor auge. Es cuando se vende más comida nutritiva y los gimnasios están llenos (y te hacen firmar que los pagarás por 6 meses o 1 año). Siempre al comenzar el año queremos ser nuestra mejor versión y solemos hacer “cambios físicos”: ser más saludables, dormir temprano, leer, enfocarnos en la salud mental, o hacer eso que llevamos meses diciendo que haremos pero que no hemos hecho.

Lo malo es que, cuando pasa el entusiasmo del inicio, abandonamos. La disciplina cuesta mucho trabajo y no siempre estamos dispuestos a cultivarla. Lo menciono porque, al final del día, es una decisión.

Hay decisiones más fáciles que otras. La verdad, levantarse a las 6 de la mañana para hacer ejercicio no suena tan atractivo como desayunar lo que se nos antoje, en lugar de lo que es bueno para nuestro cuerpo.

Lo interesante es que todo esto suele girar en torno a nosotros. Sin embargo, hay algo que también requiere disciplina y que, si lo lográramos, podría llevarnos a otros objetivos igual de valiosos: nuestra vida espiritual. Nuestra relación con Dios. Creo que muchas veces confundimos lo que significa tener comunión con Él.

La palabra “comunión” proviene del griego y significa Koinonia; que es “compañerismo, compartir en común, comunión”. Se trata totalmente de relacionarnos con Dios.

Siempre me ha gustado esta frase de San Jerónimo: “Cuando tú oras, le hablas a Jesús. Cuando lees la Escritura, es Él quien te habla”. La forma de mantener esta comunión está directamente relacionada con dónde tenemos nuestra mirada. Conocer la Biblia es fundamental para tener una relación con Dios, al igual que orar a Él.

Dios conoce nuestros problemas, pero quiere escucharlos directamente de nosotros. También quiere que lo escuchemos, y la única manera de hacerlo es a través de su Palabra. Nuestra relación con Dios, al igual que nuestros objetivos de salud, depende al 100% de la disciplina y de cuánto deseemos realmente acercarnos a Él.

Solo quería recordártelo. Creo que es maravilloso que busquemos ser mejores al iniciar el año, pero más importante aún es decidir ser disciplinados en nuestra relación con Dios. Él siempre está interesado; quienes no lo estamos tanto, somos nosotros.

Te mando un abrazo y te deseo que este sea un gran inicio de año.

Con cariño,
Mar

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