Decisiones

Esta última semana estuve conversando con una amiga y comentábamos lo común que es que, al tomar decisiones, la primera en ser dejada atrás suele ser nuestra relación con Dios. Es sorprendentemente normal olvidarnos de orar, acercarnos a Él, hacer un devocional o simplemente escucharlo.

Lo que más nos impactó fue lo frecuente que esto ocurre. Recordamos las palabras del rey David: “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:2), porque no es algo sencillo. A menudo, no deseamos orar ni salir de nuestra zona de confort.

Sin embargo, todo se reduce a prioridades. Vi un video en Instagram que me impactó profundamente. La persona decía: “No digas que no tienes tiempo, di la verdad: no es tu prioridad”. Y sí, si algo es realmente nuestra prioridad, encontraríamos el tiempo para ello. Aunque ella hablaba en el contexto de relaciones personales y cuidado físico, yo lo relacioné inmediatamente con mi relación con Dios.

Es algo normal, pero no es correcto. Si decimos sinceramente que algo es prioritario, debemos comportarnos de acuerdo con ello. Te lo digo a ti y a mí misma, porque personalmente esto ha sido un desafío. Sé que necesito cambiar y mejorar, pero sospecho que no soy la única.

Todos pasamos por altibajos, pero la clave está en asegurarnos de que nuestros buenos momentos sean cada vez mejores, como si estuviéramos fortaleciendo un músculo que se vuelve más fuerte y real con el tiempo.

Depende de nosotros. Y la verdad es que creo que este es un buen recordatorio de que Dios está con nosotros, pero es nuestra responsabilidad comunicarnos con Él. Como dijo un teólogo, cuando oramos, Dios nos escucha; cuando leemos la Biblia, nosotros escuchamos a Él (te debo el nombre del teólogo, pero lo buscaré).

Espero que esto te haga reflexionar y que tus hábitos se alineen más con tus prioridades. Te mando un abrazo.

Con cariño,

Mar Pastor

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